Estados Unidos: La Capital de la Psicología

Estados Unidos se vende como la meca del progreso en salud mental. Universidades de prestigio, laboratorios avanzados, manuales diagnósticos que definen lo que significa estar cuerdo. Su industria de la psicología mueve miles de millones, sus terapias son exportadas como modelos de salvación moderna. Y sin embargo, en sus propias calles, el país entero es un experimento fallido de su propia ciencia.

Es irónico que la nación que presume de entender la mente humana tenga a su juventud al borde del colapso. Ansiedad, depresión, crisis existenciales disfrazadas de self-care. Un país donde se normaliza pagar 200 dólares por una sesión de terapia mientras los estudiantes practican mindfulness entre simulacros de tiroteo. Donde los influencers venden felicidad en píldoras mientras las tasas de suicidio aumentan en silencio.

El problema de Estados Unidos no es falta de conocimiento, sino exceso de contradicción. No es que no entiendan la psique humana, es que la explotan como un recurso más. Fabrican traumas, patologizan lo natural y luego venden la cura. Porque un país deprimido es un país consumidor. Porque no hay mejor mercado que aquel que busca constantemente arreglarse a sí mismo.

La ironía final es que, en esta capital de la psicología, la verdadera locura es estar bien adaptado a un sistema que hace todo por quebrarte.